Los chillidos al frenar suelen ser producidos por una cristalización de las pastillas debida a un exceso de temperatura. Comprueba que en esa rueda en cuestión no se quedan los frenos ligeramente apretados después de frenar, lo que los sobrecalentaría. La comprobación es sencilla, después de un recorrido por carretera en el que apenas hayas usado los frenos, detén el coche procurando usarlos lo mínimo posible y a continuación pon la mano encima de la rueda sospechosa, si está manifiestamente más caliente que la del otro lado, es porque su freno se queda trabado. La solución no suele ser complicada, pero tendrías que llevarlo al servicio oficial.