En efecto, signore Michelangelo:
en muchas ocasiones el esfuerzo para comprender lo que alguien ha escrito resulta tan elevado que hace desistir del intento.
Pero aún abundaría yo más en ello. No se trata tanto de la existencia de las nuevas tecnología, sino más bien de un despego hacia lo que podríamos llamar "solidaridad": ¿para que hacer el esfuerzo de escribir yo bien?... ¡¡que el que lee haga el esfuerzo de entender!! Esa parece ser la máxima de nuestros tiempos.
Para mi resulta incluso más grave que la falta de tildes o de haches, que la inversión entre v y b, que la confusión entre s y x, ... o que similares errores (horrores) ortográficos, resulta más grave, digo, la inexistencia de signos de puntuación: no es infrecuente encontrar intervenciones de 7 u 8 líneas en las que no hay ni una coma, ni una interrogación, ni una exclamación, ni un punto. ¿Cómo entender, en tales circunstancias, qué es lo que dice quien escribe? ¿Cómo saber si está preguntando o afirmando? ¿Cómo saber cuando concluye la pregunta y cuando realiza el agradecimiento a quien antes le contestó?... Imposible.
En fin, como muy bien dice el ilustre Tito Buona, seguramente estas reflexiones sirvan de poco... siempre podremos echar la culpa a las prisas (que haberlas, las hay), o a que aquel día no vimos Barrio Sésamo (que también puede ser).
Perdonad, compañeros, por el discurso academicista
que se me escapó pero... había que decirlo.
__Un saludo fuerte__